tag:blogger.com,1999:blog-8504954366242087692024-03-08T15:21:47.609+00:00Pisadas de elefanteAlejandro G. Cabrerahttp://www.blogger.com/profile/00354690658644067435noreply@blogger.comBlogger7125tag:blogger.com,1999:blog-850495436624208769.post-79659154204630474152019-09-18T01:14:00.000+01:002019-09-18T01:14:20.962+01:00Pisadas de Elefante reloaded<div style="text-align: justify;">
En el año 2006, estando en Canarias y tras pasar por MySpace o Fotolog, descubrí blogger. Me pareció muy atractivo tener la posibilidad de escribir en red, leer y que te leyeran. Los principios fueron sombríos, muy adolescente. Desapareció tras mudarme a Madrid. Sin embargo, allí nos juntamos unas compañeras y yo para montar un blog compartido donde todas escribíamos. Resultó para mi una actividad muy divertida. El blog no duró mucho, pero salieron textos y reflexiones interesantes.</div>
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Después de esto y tras andar analizando nuestra marca personal y presencia en red, surge el actual: <b>Pisadas de Elefante</b>. En una época de predominio de Facebook y de Twitter donde los textos cortos inhundaban la red, tener un blog se había vuelto algo parecido a un anacronismo. Pero expresar en más de 140 caracteres seguía siendo para mí una necesidad. Desde 2009 a 2011 estuvo el blog activo y luego cayó en un largo letargo.</div>
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Hoy lo vuelvo a traer a la vida con una pequeña selección de entradas. No sé si las mejores, pero las que mejor creo que reflejan mi yo de hace diez años. Aunque las conservo todas y revisarlas me ha llevado por un recorrido vital asombroso.</div>
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Veremos cuáles son los límites esta vez y hasta dónde nos lleva este experimento de nuevo.</div>
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Un fuerte abrazo.</div>
Alejandro G. Cabrerahttp://www.blogger.com/profile/00354690658644067435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-850495436624208769.post-85468207981458537692010-12-24T18:03:00.004+00:002019-09-16T23:24:20.505+01:00¿Qué quieres? ¡Si soy un niño!<div style="text-align: center;">
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Pasan los años y uno lo nota. ¡Uno crece mecachis! Y en ese crecimiento se queda mucho atrás. Vamos perdiendo momentos, amigos, familia, la infancia... ¡Ay, la infancia! Hoy me he acordado mucho de ella. No porque sea Nochebuena sino porque he visto <b>Toy Story 3</b>. Me pareció una película preciosa y emocionante.<br />
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La película está hecha para nosotros, o eso sentí. Está hecha para los que disfrutamos en 1995 (¡Seis añitos tenía entonces!) con <b>Toy Story</b>, la primera de la trilogía. Ha sido como darme cuenta de sopetón que una etapa se ha cerrado para siempre. Ese momento en el que uno crea un mundo en el que sus juguetes son los protagonistas. Unos juguetes a los que quieres porque, ¡cómo no los vas a querer!, viven muchos años a nuestro lado y comparten muchos momentos imaginarios con nosotros. ¡Qué duro es crecer! Apuesto que, como yo, cuántas veces soñábamos con hacernos mayores para poder hacer lo que quisiéramos. Y miren ahora, de mayores queremos volver a la infancia y nos resistimos a perder ese niño que llevamos muy en el fondo.</div>
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¡Porque yo me resisto a perderlo! Me resisto a no disfrutar con las películas Disney y con mis personajes favoritos, me resisto a dejar de creer en ratoncitos que se llevan nuestros dientes o a monstruos que se esconden bajo nuestras camas. No quiero pensar que soy un despistado cuando algo se me pierde, todos sabemos que son las traviesas hadas o los juguetones gnomos los que quieren jugar con nosotros. Seguiré intentando ordenar la habitación con un poquito de azúcar y pisaré una alfombra soñando que volará. Seguiré creyendo en leones que hablan y luchan por mantener el ciclo de la vida, en amores perrunos, en elefantes voladores, niños de la selva, en tostadoras y demás electrodomésticos que van en busca de su dueño en un viaje a la gran ciudad y en dioses del Olimpo que encuentran su destino. Al igual que seguiré colocando esos pocos juguetes que me quedan juntitos para que no estén solos, para que se hagan compañía y esperando, que algún día, me guiñen un ojo.</div>
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Pero, sobretodo, lo que intentaré será seguir disfrutando con mis amigos de esos momentos mágicos que cada vez son menos.</div>
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Alejandro G. Cabrerahttp://www.blogger.com/profile/00354690658644067435noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-850495436624208769.post-47542397880106231132010-11-26T00:07:00.000+00:002019-09-18T00:21:50.514+01:00El ser periodista para Ben Bradlee<div style="text-align: justify;">
Quizás no podamos citar una definición exacta de lo que es ser periodista para Ben Bradlee. Tal vez necesitemos acudir a su biografía o leer algo delo que haya escrito. Sin embargo, Ben Bradlee lanza en la entrevista, realizada por Juan Cruz y publicada en la edición dominical de <span style="font-style: italic;">El País,</span> pinceladas sobre el ser periodista.</div>
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¡Ansias de cambio! Es la más importante pincelada. El deseo de mejorar lo que te rodea y de cambiar el mundo mediante el Periodismo. Escribir noticias que marquen un antes y un después, hacer llegar o difundir aquello que está pasando en algún lugar y que tenga que cambiar. Probablemente esto esté más relacionado con la ética, pero es muy importante. Tenemos un poder en nuestras manos y hay que usarlo para el bien, parar ayudar y para cambiar. A parte, hay que buscar la verdad. Buscarla y contarla, porque de nada sirve guardada en un cajón. Y si para descubrirla hay que desvelar mentiras, se hace. Porque el Periodismo es una profesión para valientes, para personas con principios, que se aferran a ellos aunque estén en medio de una tormenta de la que pueden salir malheridos. Y si perdemos un amigo... ¡Más se perdió en la guerra! En el Periodismo no hay amigos que valgan. Hay contactos y hay fuentes, pero no hay intocables ni privilegiados.</div>
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La verdad no entiende de eso. Pero el tener ganas y contar siempre la verdad no te hace periodista. Hay que saber contar la información, hacerla llegar. No hay que escribir novelas cada día, sino noticias echando mano de la superficialidad.</div>
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Cuenta la historia, pero no entres en detalles, porque entonces la historia terminará muerta. Hay que saber qué fuentes usar y contrastarlas. Teniendo o usando buenas fuentes nos convertiremos nosotros en una de ellas. Y hay que dejar el cinismo a un lado y ser positivo. Si el Sol luce esplendoroso, no hay que decir que el cielo está encapotado.</div>
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Podemos estar más o menos de acuerdo, pero así es un periodista para Ben Bradlee. Él fue así porque amaba la profesión y porque supo escuchar. Y se convirtió en alguien grande, respetado y admirado. Ben es un hombre feliz porque el Periodismo satisface y da felicidad. Lo que pasa es que hay que saber y aprender a vivirlo. Quizás esté siendo demasiado utópico, pero veo en el señor Bradlee una figura, un líder con palabras llenas de esperanza. No está todo perdido mientras se sepa valorar a maestros como él. Como futuro joven periodista, y ya cansado del pesimismo que rodea a la profesión, se me ponen los pelos de punta al ver esa luz en el fondo de este oscuro túnel en el que nos han metido. Y reafirmo mi pensamiento de que si hay que cambiar el mundo, usemos el Periodismo. Si hay que cambiar el Periodismo, nosotros, la nueva generación lo haremos.</div>
Alejandro G. Cabrerahttp://www.blogger.com/profile/00354690658644067435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-850495436624208769.post-29518361240127527672010-11-24T00:13:00.000+00:002019-09-18T00:25:42.578+01:00La justicia es una mentira<div style="text-align: justify;">
Ayer echaban en Cuatro la película <span style="font-style: italic;">El inolvidable Simon Birch</span>. Ya he perdido la cuenta de cuántas veces han repetido esta película en televisión. El caso es que en una escena en la que Joe se lamentaba de lo injusta que era la vida por haberle arrebatado a su madre Rebecca pensé: <i style="font-weight: bold;">La vida no es justa o injusta, eso es un invento del hombre.</i><br />
¿Por qué? La vida es algo natural. Nacer, vivir, morir es un ciclo que forma parte de la Naturaleza. Pero la justicia no. La justicia no es más que otro invento del hombre para justificar miles de actos repugnantes, para hacerse el miserable y lamentarse de sus propios errores, para no aceptar la vida como un ciclo y por no aceptar que las cosas pasan porque sí y punto. No hay mayor trasfondo. Soy de los que piensan desde hace un tiempo que el progreso no viene marcado por el puesto que ocupes entre los países más desarrollados del mundo, por cuántas grandes ciudades tenga el país o de cuántos medios tecnológicos se disponga.<br />
Creo que la evolución tiene que ir unida a la Naturaleza. Ella nos creó y por ella estamos aquí. Vivir ignorándola no es vivir en el avance, si no en el retroceso. Alejarse de ella no es más que ir cavando nuestro propia tumba. Y eso, creo que lo refleja muy bien, Avatar. Pandora es el mundo verdaderamente avanzado. Un mundo de total comunicación con la Naturaleza, en armonía y equilibrio. ¿Para qué les sirven grandes rascacielos si tienen un gran árbol que los protege? ¿Para qué necesitan Educación si su sabiduría es infinita?. Ellos son felices. Porque un MacBook no te hace feliz. La felicidad te la da un día hermoso, zambullirte en un río de agua clara, el susurro de los árboles y los rayos de sol acariciando tu cara.</div>
Alejandro G. Cabrerahttp://www.blogger.com/profile/00354690658644067435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-850495436624208769.post-48018982222873791672010-10-08T16:02:00.001+01:002019-09-16T23:11:06.271+01:00Welcome to the paradise<div style="text-align: justify;">
Mi intención era publicar esta entrada el pasado 2 de octubre. Pero el trabajo de fin de semana, el increíble comienzo de las clases que me ha tenido con la lengua fuera casi toda la semana y el adelanto de otros temas la han relegado hasta el día de hoy. Me supongo que la duda es de por qué el 2 de octubre. Pues sencillo.</div>
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Lo recuerdo como un día oscuro y frío. Me levantaba temprano porque ese día tenía que subirme a un avión rumbo un destino desconocido. Terminaba de cerrar la monumental maleta que me llevaba y me despedía de mis hermanas y mi madre. Yo que siempre he odiado que me vean llorar. A mí que nunca me ha gustado ser débil. A mí se me escaparon las lágrimas esa mañana. Me monté en el coche e hice un esfuerzo sobrehumano para que todo pareciera que iba bien. Llegamos al aeropuerto y, como no podía ser de otro modo, la maleta dio un sobrepeso brutal. Cuarenta y tres kilos, nos dijo la señorita. Es posible que los seis libros de Harry Potter (el séptimo no había salido todavía) colaborasen muy mucho en el sobrepeso, pero... ¿¡Cómo no me los iba a llevar!? Después del correspondiente cabreo de mi padre que, por cierto; me acompañaba en este viaje para poder llevar más maletas, llamamos a mi madre. Nos trajo un par de maletas de manos y pudimos pasar.</div>
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Cerca de tres horas después estaba en Madrid. Me recibió una ciudad más fría en todos sus aspectos que la que había dejado. Me recibió su despiadado ritmo y el sentimiento de <i>esto no es lo mismo</i>. Después de recoger las maletas nos fuimos al Colegio Mayor San Juan Evangelista (también conocido como el Johnny) donde, al llegar, me dieron la llave de mi nueva habitación. La 613. Nunca me olvidaré. Cuando abrí la puerta del cuarto hice como si no pasara nada, pero la decepción que tenía por dentro era inmensa. Sobre una de las dos camas había ropa muy bien doblada y una maleta abierta. Ese era mi compañero de habitación. No estaba e intenté descifrar el cómo era por lo poco que veía de él. Dejé todo más o menos colocado y salimos para comer. Ese día solo me moví en taxi y recuerdo toda una tarde paseando por la calle Bravo Murillo con mi padre mientras casi no dejaba de llover. No fue el mejor día de mi vida, no. No fue una tarde ni un paseo maravilloso, no. Pero fue el día en el que todo a mi alrededor cambió. El 2 de octubre de 2007.</div>
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Por esa razón quería escribir esta entrada el pasado sábado. Porque ese día hizo tres años de mi llegada a Madrid. Tres años en los que, ¡Dios!, no ha pasado poco. He vivido experiencias fascinantes, he descubierto una ciudad que detrás de su dura, fría y cruel coraza esconde un lugar cálido, lleno de historia y vida. Una ciudad que esconde un hogar. Tres años en los que he conocido gente con personalidades IM-PRE-SIO-NAN-TES que me han enseñado a ser. Los <i><b>cojoncitos verdes</b></i>, los <i><b>frikipotters</b></i>, la <i><b>mini-pandi</b></i> del primer curso de universidad y algunas otras joyas recién descubiertas que están empezando a tatuarse... A todos ellos gracias.</div>
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En fin, que llevo tres años ya fuera de casa, lejos de Canarias. Intentando construirme un futuro con los ladrillos que quiero y más me gustan. Una vida que no es fácil pero es, y para mí lo fundamental de todo, mía.</div>
Alejandro G. Cabrerahttp://www.blogger.com/profile/00354690658644067435noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-850495436624208769.post-83647615571414065942010-07-02T15:04:00.000+01:002019-09-16T20:48:32.720+01:00Carta de un ateo a Jesús<i>Querido Jesús,</i><br />
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<i>Hoy he estado pensando en ti. Hoy he recordado que me acompañaste 14 años de mi vida. que me impulsaste y te convertiste en el motivo de todo lo que en grupo pude disfrutar. Hoy me he acordado de ti porque soy como soy porque tu eres como eres, hecho a imagen y semejanza. Porque me he criado bajo los Mandamientos de tu Padre, porque has sido mi hermano y mi luz en muchos momentos de oscuridad. Porque fuiste culpable de mis risas, mis cantos y mis</i><i> Aleluya. Siempre me sentí bajo el manto acogedor de tu Madre, a salvo de todo mal, a la que tanto adoré. Hoy me he acordado de que muchos me hablaron para decirme que tú me enviabas señales para ser parte de ti, para ser tu discípulo y para extender tu Palabra. Hoy he extrañado aquellas celebraciones con los demás jóvenes en donde la alegría era nuestra comida y la diversión nuestra bebida. Hoy te he sentido cerca, como nunca en estos últimos años. </i></div>
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<i>Sin embargo, sabes Jesús, que no creo en la existencia de todo lo que te rodea. Sabes que, aunque eres mi revolucionario favorito y admiro tu valor, no puedo seguir tu luz porque no creo en ella. Sé que todo es cuestión de fe, pero sabes tan bien como yo que tenerte fe solo servirá para no afrontar la realidad. Hay que ser francos. Yo quiero vivir bajo la regla de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", pero quiero ser razonable. No quiero ser partícipe de la gran mentira de la historia. No quiero ser parte de algo inexistente, de algo fruto de la excelente imaginación de tu creador. No quiero y sin embargo aquí me tienes Jesús, sin creer en ti pero escribiéndote una carta</i>.<i> Una carta en la que tan solo te quería decir que, a veces, extraño los momentos en los que caminaste conmigo</i>.</div>
Alejandro G. Cabrerahttp://www.blogger.com/profile/00354690658644067435noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-850495436624208769.post-60489860023301315802009-11-07T00:16:00.000+00:002019-09-18T00:17:25.383+01:00"Que nadie calle tu verdad"<div style="text-align: justify;">
Hace dos noches hice una de mis tantas cosas de la lista de pendientes: Ver <i>El niño con el pijama de rayas</i>. El libro lo leí, hará en diciembre, un año y ya era hora de ver la película. Me atrevería a decir que es bastante fiel al libro y los personajes principales infantiles me parecieron perfectos. Quizás pondría una pega al padre, soldado, militar, nazi... le faltaba autoridad en muchas ocasiones.</div>
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La historia de nazis y judíos está más que machacada tanto por el cine como por la literatura, pero nunca deja de impresionar, indignar, emocionar, doler... Una de las situaciones que me dolió y me emocionó fue el entierro de la abuela. Una señora inteligente que estaba en contra de lo que en Alemania estaba ocurriendo. Para su hijo no era algo desconocido y, sin embargo, permitió que la tumba de su madre pusieran una corona de flores firmado por el <i>Führer. </i>La mujer del militar también conocía los pensamientos de su suegra y, en gran parte, los apoyaba. Intentó quitar ese <i>regalo</i> que seguramente estaba haciendo que la abuela se retorciera en su tumba, pero su marido se lo impidió. Le agarró fuertemente la mano y a la mujer solo le quedó llorar de impotencia.</div>
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¿Cómo puede alguien sobreponer los intereses de una nación a los de su propia madre? ¿Cómo puede alguien dejar de sentir a los demás? ¿Qué es lo que se creen que les hace más hombres? Y quizás lo que menos entienda y me moleste: ¿Cómo es posible que hayan sido capaces de callar tantas verdades? Obviamente, si estabas en contra te mataban sin más... ¿eso quiere decir que todos los que se mantuvieron con vida estaban a favor? ¿Vivían engañados o preferían vivir en su propio mundo de mentiras? Los hombres eran reclamados por el ejército y las mujeres se tenían que encargar de la familia. Con la pobreza, el miedo, la guerra... ¿quién iba a pensar en alzar la voz en ayuda de los judíos? Probablemente nadie.</div>
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Cuando uno vive sumergido en sus problemas, en dificultades es difícil que pueda ayudar a que otros que están sufriendo no lo hagan. ¿Y eso de quién es culpa? ¿A quién le interesa que no conozcamos lo que está pasando, por ejemplo, en África? ¿A quién le interesa que no haya una posición fuerte y definida contra lo que está haciendo Israel? ¿A quién le interesa hablarnos de crisis, terrorismo, paro, epidemias? ¿A quién le interesa que tengamos miedo, inseguridades? ¿A quién le interesa que pongamos nuestra atención y preocupación en otros temas? ¿Son los políticos, los empresarios, los periodistas? ¿Son todos? ¿Somos nosotros nuestra propia censura? ¿Por qué nos hacen callar nuestra verdad y nosotros lo aceptamos? Quizás porque vivimos suficiente ocupados intentando sobrevivir en este juego que otros han inventado. Una espiral sin principio ni fin. O porque vivimos demasiado cómodos en esta sociedad de mentira.</div>
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En cualquier caso, mientras hoy otros no tienen que comer, en dónde cobijarse... mientras hay mujeres y niñas siendo maltratadas, violadas... mientras hay hombres torturados y niños convirtiéndose en máquinas de matar... mientras que poblaciones están siendo masacradas... nosotros estamos aquí, en nuestro cómodo sofá, bajo nuestra acogedora casa con nuestra fantástica película y palomitas de compañía.</div>
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Dejemos que callen la verdad, su verdad, nuestra verdad. Total, mientras no nos pase a nosotros qué más dará.<br />
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Alejandro G. Cabrerahttp://www.blogger.com/profile/00354690658644067435noreply@blogger.com0